Caminemos hacia una “nueva mujer”, obremos hacia el “buen amor”

“Si el amor no sabe cómo dar y recibir sin restricciones, no es amor, sino una transacción que nunca deja de insistir en más o menos”
Emma Goldman

Emma, como otras compañeras del momento trataron de forma constante el amor libre, uno de los principales temas que abordaban las compañeras anárquicas a finales del S.XIX y principios S.XX.

Cierto es, que cada época y cultura, ve el amor y las relaciones humanas de un modo
particular, debido a las necesidades materiales-culturales de cada entorno. No podemos tampoco negar que el tema sigue estando presente, y muchas veces se relaciona amor libre bajo unas formas de pensar y proceder que pueden estar influenciadas por el capitalismo. Es tan actual hablar de amor, que parece que se hable desde hace unas pocas décadas bajo conceptos como “poliamor”, “relaciones abiertas”, etc. Pero, ¿hasta qué punto las “nuevas relaciones” caen en las actitudes y formas de pensar del liberalismo?, ¿hasta qué punto es una liberación y hasta qué punto puede colarse las actitudes y pensamientos adquiridos del mundo capitalista?

Esta frase que en su momento escribió nuestra compañera, me hace pensar, hasta qué grado nuestra sociedad capitalista, tan corrompida, introduce las mecánicas del mercado y del consumo, en nuestras relaciones. Sabemos, que el mercado, arraiga actitudes como la necesidad de inmediatez y la necesidad de renovación constante del producto que adquirimos.

¿Se aplica de alguna forma esa lógica a las relaciones que pretenden ser más libres? No se malinterprete, no quiero decir que las relaciones no monógamas nazcan por la sociedad del mercado ni que sean liberales, no va por ahí; es más, tenemos constantes ejemplos de compañeras que rompían con esa lógica de la obligatoria monogamia que se había inculcado a la mujer. Pero quizás, habría que replantearse, ciertas cuestiones: La cultura de la inmediatez ¿provoca que no se sea capaz de sembrar el amor a unos tiempos más largos?¿Ayuda a que si no conseguimos lo que deseamos, como deseamos, como unos parámetros de quien pide una hamburguesa lo descartemos inmediatamente?¿Nos hace esto preocuparnos más por nuestras necesidades que por la de ambos?¿El ritmo acelerado de vida, ayuda a unas relaciones menos profundas?¿Estamos atendiendo a las nuevas formas de relaciones en el capitalismo y sus influencias?¿Entendemos que no solo hay que romper con la forma de pensar que nos impuso la iglesia, sino que debemos ir más allá?¿Tenemos claro y observamos
minuciosamente que el capitalismo suele vendernos pensamientos y deseos como algo
liberador?

Me parece importante, que para abarcar este tema, retrocedamos y vayamos a la lógica de nuestras compañeras, cuando rompían de alguna forma con las relaciones que suponían una cárcel para el corazón, en que obligaban a unas personas a estar eternamente con la pareja que habían elegido en un momento dado (o que le habían elegido, sin tener opción).

Es importante, recordar, que se hablaba habitualmente de trabajar hacia una “nueva mujer”, al igual que se hablaba de trabajar hacia una “nueva humanidad”. Cuando esto se expresa, salen habitualmente las típicas preguntas de: ¿y es que existe una sola forma de ser mujer? Ese concepto, no habla de una forma de mujer unánime, no es la esencia de ello, como cuando se habla de una nueva humanidad, no se habla de que todo ser humano haga lo mismo, sea y piense exactamente igual. Aunque pueda ser una pregunta común, esto solo delata, que no se ha entendido la esencia del concepto.
Caminar hacia la “nueva mujer”, se trataba de romper con la mujer que se había definido tanto desde la iglesia y la religión como romper con la mujer que la sociedad capitalista quería implantar. Y trabajar, para una nueva forma de pensar y proceder más ligada al fin de los autoritarismos, del fin de sobreponerse a los demás, o de subordinarse, ya sea de forma física, mental o económica.

Para Amparo Poch, el amor libre, nacería del “buen amor”, entendiendo que las mujeres (y por supuesto, los hombres), debían obrar desde “la inteligencia, el corazón y la voluntad”, elevando al máximo nivel estas cualidades.

Capacitar a la mujer, era también capacitarla para amar desde el “buen amor”. Entiéndase que para las anarquistas y los anarquistas, el amor no es una debilidad ni el “opio de las mujeres”, ni una forma de dominación si se aplica correctamente (es decir, fuera de las influencias autoritarias patriarcales, capitalistas y económicas). Es una fortaleza revolucionaria, al ser relaciones de cooperación y apoyo mutuo y no de subordinación, capaces de romper con lo anteriormente establecido, anteponiendo el bienestar de las personas sin subordinar ni subordinarse.

Como decía de nuevo Emma Goldman: “Para que la mujer llegue a su verdadera
emancipación debe dejar de lado las ridículas nociones de que ser amada, estar comprometida y ser madre, es sinónimo de estar esclavizada o subordinada”.

Esta “nueva mujer” de la que hablábamos que necesita capacitarse para emplear la
inteligencia, el corazón y la voluntad (no tan solo en el amor), también debe cultivar “la
sensibilidad y la delicadeza”2. Todas estas cualidades que indica Amparo Poch, son cualidades fundamentales para una vida más armónica, sensible, que se tenga en cuenta tanto a si misma, como a los demás, en un perfecto equilibrio, el humano integral. Por tanto, las compañeras anarquistas, no aceptaban como una debilidad el amar, ni ser amadas, totalmente al contrario, sino como fuerza renovadora de la sociedad, en la que el ser humano debía aprender a querer bien y cuidar correctamente a las demás personas, en pro de una humanidad nueva, más empática, inteligente y amorosa.

Y con ello, también criticaba esa obligación de estar siempre con la misma persona, al igual que la monogamia obligada, que creía que se le había impuesto a la mujer, como muestran estos ejemplos: “por una dulce mirada espontánea, se le obliga a estar mirando siempre al mismo objeto; por un generoso y cándido abrazo se le fuerza a estrechar siempre la misma persona.” “Cuando hubo perdido su lozanía graciosa de lirio enhiesto, la mujer, estrictamente monógama por imposición junto al hombre esencialmente polígamo por naturaleza y sinceridad cuidadosamente mantenidas, se dio cuenta de un hecho: la Propiedad.”3

De igual forma que alentaba al movimiento, al fluir y derramarse como agua, inundando todo de amor, también recordaba que la pasión y el placer no se podían sobreponer a todas las cosas, y que nunca debemos perder la voluntad. Por lo que podemos deducir con todo lo indicado, que se buscaba un equilibrio del fluir y la voluntad e inteligencia, del conocimiento y la pasión, y por tanto que el amor no debería ser una condena (lo que actualmente algunos llaman dependencia emocional) ni tampoco caer en el hedonismo tan actual.

Todo esto, se podría considerar revolucionario, al igual que atacar el que las parejas cayesen en tener hijos para “salvar el amor” y con la excusa de “por los hijos” mantener unas relaciones de una forma, cuando se debería hacer justo lo contrario, para enseñar a las criaturas cómo debe amarse, qué límites hay, etc.

Nuestras compañeras revolucionarias, buscaban elevar a la mujer y a la humanidad, la única forma para conseguir la liberación era creando lazos de unión, aumentando la empatía, el respeto y la inteligencia. Intentaban así, cultivar en la mujer y el ser humano, una nueva forma de pensar y proceder, enfocándose en la persona para mantener unas relaciones humanas con “buen amor”.

¿No os recuerda esto a lo que se dice a veces de que para amar bien a los demás hay que amarse primero a uno mismo, o que para estar bien con alguien debes estarlo tu antes? ¿Habéis oído alguna vez lo típico de “se necesita educación sexual”? ¿No es esto que indicaban nuestras compañeras, precisamente eso, pero yendo más a la raíz, más adentro?

Podemos decir, contundentemente que nuestras compañeras, trabajaban en la propia persona teniendo muy en cuenta la historia, la sociedad y las ideas que rondaban en ella, para liberarse individualmente y colectivamente, desde una educación integral que no separaba lo sexual de lo emocional. Por ello daban tanta importancia a la pasión, al amor, al cariño, a las atracciones entre las personas, no permitiendo que se corrompiese, ni que nada se entrometiese en lo que debe ser libre, negándose a que el amor (y las relaciones sexuales, ya que no separaban las relaciones sexuales del afecto) se subordinase ni a leyes ni a la economía.

Cabría preguntarse, ¿es la separación del sexo del afecto algo que beneficia al capital? ¿En qué modo es partícipe el mercado y las actitudes individualistas aumentadas gracias a él, en que se vea el sexo como algo como ir al gimnasio, y no como una relación humana que implica emociones y un trabajo por nuestra parte?

Habrá que obrar para el buen amor y la nueva mujer, como también decía Federica Montseny (aunque con las características propias del momento): “Una mujer que en su equilibrio, en su salud, madre de la belleza moral y física, en su inteligencia, en su voluntad, en su vida, residan todos los equilibrios, toda la salud y belleza, todas las inteligencias, todas las voluntades, todas las vidas de la especie. Una mujer que viva su vida de mujer, de amante y de madre con plena seguridad y con plena conciencia; que sepa ser ella siempre, con sello inconfundible, con vigorosa vida individual y libre, pictórica de energías morales, de armonía física.”

Compañeras, hablemos de ello, trabajemos para crear una nueva mujer y obrar hacia el buen amor que ya empezaron a trabajar compañeras y compañeros desde diferentes ópticas, pero nunca cayendo en influencias liberales. ¡Rompamos las cadenas que oprimen nuestros corazones, mentes y cuerpos!

“Yo no tengo la casa, que tira de ti como una incomprensiva e implacable garra; ni el Derecho, que te limita y te niega. Pero tengo, Amado, un carro de flores y horizonte, donde el Sol se pone por rueda cuanto tú me miras. Cuando tú me besas…”

Amparo Poch

Cloto

2- ¡Cuidado! No es que la mujer solo deba desarrollar estas cualidades, también el hombre, no es el pensamiento rancio de “la mujer delicada y el hombre fuerte”, ni tampoco se separa esas cualidades de la fortaleza.

3- Se puede observar esta forma de pensar en su escrito “Elogio del amor libre”, n3 de la revista Mujeres Libres, 1937.