“Cuidado con las mujeres, cuando se sienten asqueadas de todo lo que las rodea y se sublevan contra el mundo viejo. Ese día nacerá el nuevo mundo.”
Louise Michel
Y aquí nos encontramos, asqueadas de todo lo que nos rodea y dispuestas a apuntar a la raíz de los problemas de opresión, tanto de sexo como de clase, así como de cualquier otra índole, porque deseamos el porvenir y la liberación de nuestra especie, que hoy en día parece estar empeñada en cavar su propia tumba y en destruir el instinto de supervivencia que como seres vivos poseemos.
Actualmente podemos observar cómo florecen muchos colectivos y proyectos de mujeres (y con ello una nueva ola del feminismo), debido a que cada vez más mujeres son conscientes de las opresiones que viven por pertenecer a un determinado sexo, y sin duda, en gran parte gracias a mujeres que, reconociéndose o no como feministas, lucharon e hicieron divulgación por la liberación de la mujer.
Nosotras, como Louise Michel, afirmamos que el día que las mujeres se subleven contra toda opresión, ese día nuestra última Moira; Átropos cortará el hilo del viejo mundo, para dejar paso a una humanidad más libre.
Y pensamos que para que esto se lleve a término, necesitamos del feminismo y del anarquismo mutuamente, en plena simbiosis, y aunque este último sea la lucha contra todas las opresiones, por características propias del momento en que nació, (dentro del movimiento obrero y de la familia del socialismo) se ha centrado más en la lucha de clases y en ir contra el Estado.
Es cierto que el anarquismo en sí lucha contra toda opresión, sea de la raíz que sea, pero como hemos ya nombrado, por el entorno y características en las que se ha desarrollado, ha antepuesto la lucha de clases y antiestatista sobre toda otra. Esto no quiere decir que neguemos la importancia de la lucha de clases y antiestatal. Creemos que son imprescindibles para un nuevo mundo, y que la lucha anarcosindicalista es el motor para acabar con el capitalismo y las clases sociales, pero también pensamos que la lucha de la mujer no es menos importante. Nosotras, somos sujetos de una doble explotación por clase y por sexo, y no podemos olvidarnos de esta última por miedo de perder un horizonte. Horizonte miope si no es capaz de ver las demás opresiones, porque, aunque se disolviese el Estado y las clases sociales, si no tratamos todas las actitudes patriarcales y opresiones hacia la mujer, seguiría quedando sexismo y, por tanto, opresión.
Las mujeres trabajadoras, estamos y estaremos siempre en desventaja frente a los hombres de nuestra misma clase en el capitalismo, debido en parte a la biología reproductiva femenina; en concreto, a la capacidad de parir, que en un mundo competitivo involucra que a las mujeres se nos vea menos productivas para los beneficios del capital, al necesitar unos meses por el parto, la lactancia, etc. Y viéndonos perjudicadas por un sistema que atenta contra la libre elección de la maternidad, al tener que postergar la maternidad (si es que se desea) si quiere una formarse y hacerse un hueco en cualquier profesión. Esta discriminación de la mujer a partir del hecho biológico de la capacidad de gestar y concebir, implica una serie de convenciones culturales que nos van a afectar a todas las mujeres, seamos o no capaces de gestar. A todas se nos van a atribuir unos roles asociados tradicionalmente a la maternidad, es decir, se nos va a destinar a determinadas funciones culturalmente definidas como “femeninas”, y todas vamos a sufrir marginación y violencia en todos los planos: laboral, social, sexual, cultural, político, etc… A la vez que se establece la heteronormatividad, como derivación de la cosmovisión patriarcal, como otra forma de anulación de la diversidad sexual, una negación que a todas las mujeres nos viene a afectar en nuestra libertad y nos puede suponer una doble marginación.
Los trabajos más precarizados también son los más feminizados (como son los trabajos de cuidados), y la desigualdad en los salarios es aún existente. La mujer trabajadora suele estar más precarizada que el hombre trabajador, y es algo que no se puede olvidar y callar, el silencio invisibiliza que la mujer sufre una doble explotación. Y no podemos olvidar que es esta precarización la que la lleva a ser prostituida, siendo esto también un atentado contra el amor libre y contra la integridad física y mental de la mujer. Pero la mujer, no solo sufre una serie de desigualdades con el hombre de su misma clase respecto a la economía. Y aún disuelto el Capitalismo y el Estado, si hoy no se trabajan las actitudes y costumbres patriarcales, seguirá existiendo una opresión hacia una gran parte de la población del planeta.
El sexismo es muy antiguo, puede que incluso más que las clases sociales, como dice Deidre Hogan (amparándose en artículos de la antropóloga Rayna R.Reiter): “ El sexismo es posiblemente la forma de opresión más temprana que existió, no solo precede al capitalismo; sino que hay evidencia que el sexismo también precedió a formas más tempranas de la sociedad de clases.”
Esto es importante para entender que necesitamos también poner nuestro ojo sobre él, y recordar el principio libertario de que “los medios hacen el fin”, dejar de trabajar hoy aspectos tan arraigados a lo largo de la historia no pueden sino perjudicar a la labor del anarquismo.
Por todo lo expuesto, el anarquismo necesita al feminismo, ya que ha dejado en segundo plano la lucha contra la opresión de la mujer. Además, el anarquismo como casi todas las ideologías y disciplinas ha sido trabajado mayoritariamente desde un punto de vista masculino (androcentrismo). El feminismo por ello puede aportar mucho al anarquismo, aportando el trabajo y conocimiento de muchísimas mujeres que han luchado y luchan por la liberación de la mujer (y humana).
Sabemos que existe un cierto miedo a que mirar desde más frentes pueda llevar a una división de la lucha, pero las aquí presentes no lo entendemos así, es más, pensamos al contrario. Que existan como en su día organizaciones y colectivos que trabajen otros frentes es importante, y más que preocuparnos por una posible división de tendencias y una pérdida de un enfoque genérico (en verdad la pérdida de enfoque genérico es no tratar lo suficiente otros temas de opresión), deberíamos preocuparnos por propiciar los diferentes vértices del movimiento libertario como existía hace casi 100 años (ateneos, CNT, MMLL, FIJL…). Trabajar en que éstos no se dejen engañar por los nuevos ataques del Capital, del Estado y del Patriarcado y generar redes entre todos ellos.
Cabría además preguntarse si este miedo no tiene raíces patriarcales. ¿Por qué no se pone en duda las juventudes libertarias? ¿Por qué solo a la mujer se le pide que no se centre demasiado en sus opresiones, y se insiste en que todos sus problemas provienen de las clases? ¿Por qué siguen los hombres diciéndonos qué luchas son prioritarias?¿Son prioritarias solo las luchas que les afectan a ellos?
Los colectivos específicos como Mujeres Libres con un carácter profundamente anárquico, ayudan a que el anarquismo avance, a que lleguen a él muchas más mujeres, y a combatir contra más autoritarismos que se disfrazan y que debido a su naturalización es difícil identificarlos.
Es cierto que hay “feminismos”, que actualmente tienen tintes liberales y que algunos de ellos se disfrazan incluso de libertarios (como los que aceptan la prostitución como un empoderamiento de la mujer). Es cierto que hoy casi en todas las ideologías hay quienes dicen ser “feministas” (también decían los fascistas que eran socialistas, es algo normal cuando unas ideas calan en la sociedad y todas quieren sacar tajada) pero las anarquistas y los anarquistas deberíamos tener en cuenta que esto son ataques del patriarcado y que es importante que esas mujeres feministas que empiezan a moverse y escuchar sus cadenas, puedan ir más allá, no podemos darles la espalda.
Y aunque no nos vamos a centrar aquí en hablar de otros “feminismos” (ya tendremos tiempo) si es importante decir que nosotras como feministas anarquistas no pretendemos un empoderamiento, deseamos la liberación de la mujer y la humanidad.
Pero no solo el anarquismo necesita del feminismo, también a la inversa. El feminismo necesita partir del anarquismo, por coherencia con la libertad total y con la libertad de la mujer.
Sin él, estará sentenciado a la muerte, pasará de ser un movimiento social y de estar en las calles a la institucionalización con todo lo que conlleva la vieja política masculina, pasará de creer que las mujeres deben tomar las riendas de sus vidas a delegar y ser absorbido por partidos políticos de toda índole, que llevarán a una desmovilización y delegacionismo, y a perpetuar el Patriarcado, el Estado y el Capital.
Las mujeres no deben dejarse engañar por los partidos, el Estado nunca podrá dar lo que piden las feministas; la abolición del patriarcado y de la jerarquía del hombre sobre la mujer, primero porque el Estado ha ido ligado desde sus inicios al Patriarcado para instaurarse y mantenerse y por otra parte porque con él siempre existirán las clases sociales. Las pequeñas migajas que pueden permitirse no son suficientes para abolir la opresión y solo sirven para mantener las raíces de las opresiones.
El feminismo sin el anarquismo es contradictorio y puede llevar a caer en los “mismos errores” masculinos. Como bien decía Mujeres Libres: “La política pretende ser el arte de gobernar a los pueblos. Acaso sea esto en el terreno de las definiciones abstractas; pero en la realidad, en esa realidad que sufrimos en nuestra carne, la política es la podredumbre que corroe el mundo. Política es como decir poder, y donde hay poder hay esclavitud, que es relajamiento y miseria moral”.
Esto son los “errores” cometidos durante siglos por los hombres, si vamos hacia la libertad, no podemos caer en las mismas conductas autoritarias y emplear sus mismos entes.