Queremos un 8 de marzo obrero y anarquista, un día para la huelga y la expresión de las reivindicaciones de la mujer de la clase trabajadora, sin mediación de partidos ni sindicatos vendidos. No somos políticas ni ejecutivas, seguimos siendo las asalariadas y no asalariadas, desposeídas de los medios de supervivencia por el patrón, el estado, y el patriarcado capitalista, imperialista y colonial, lanzadas al desempleo y la precariedad. Socialmente, somos en gran medida lo que hacemos, por eso lo que hacemos, hemos de exigir que sea conforme al derecho humano, que se pueda llamar trabajo, con una verdadera función social. Estamos hartas de ser el juguete sexual o reproductivo de los hombres, y de cómo se está instrumentalizando la lucha
social de las mujeres para legitimar los negocios propios de la violencia sexual, como son la pornografía y la prostitución. La mujer ha de luchar por su derecho a un trabajo digno y en igualdad de condiciones con el hombre, por el derecho a la
formación y el trabajo vocacional, igual que por la supresión del salariado. Esa es la lucha de la obrera. No queremos un 8 de marzo institucionalizado y sujeto a la manipulación partidista o empresarial. Ha de ser un día vivo, no de actos ritualizados y controlados. Queremos que se recupere el carácter obrero de este día, con la huelga y la toma de los medios de producción en el centro de la lucha, pero que sepa ir más allá del centro de trabajo y solidarizar a todas las mujeres de la clase trabajadora, estén en donde estén. Preservando sobre todo nuestra identidad anarquista, saliendo de las marchas principales si es necesario, como está pasando con los 1 de mayo, pero sin separarnos del todo, teniendo por meta recuperar ese espacio masivo con su carácter original.
No nos repetimos más sobre las múltiples injusticias que seguimos sufriendo las mujeres, pues no queremos el discurso trillado y en cambio lo que venimos a decir es breve: esta lucha es de 365 días al año. Este día, en cuanto demostración de los frutos de esa lucha, adquiere su dimensión en función del trabajo previo. Por eso sabemos que nos queda mucho por hacer, lo principal, recuperar nuestra cultura anarcofeminista, nuestros grupos de afinidad y Mujeres Libres, en un movimiento libertario que sepa resistir y crecer sin renunciar a sus principios.
Por un 8 de marzo anarcofeminista
Grupo Moiras