La mujer obrera y la industria textil

La industria textil, íntimamente ligada al Patriarcado y que tiene a las mujeres como principales consumidoras, fue clave en el desarrollo del Capitalismo y sigue siendo uno de los sectores más esclavizantes

Mujeres en la industria textil durante la Revolución Industrial

Por CLOTO

La Madeja, número 5

Una de las principales industrias que promovió el surgimiento del Capitalismo es sin duda alguna la industria textil y sigue siendo hoy en día, uno de los sectores más esclavizantes, y que más capital generan. A recalcar que este sector está íntimamente ligado al patriarcado, ya que son las mujeres quienes más lo consumen y a las que más repercute la explotación en calidad de productoras, al igual que a los niños.

Para que nos hagamos una idea de su importancia en la revolución industrial, podemos destacar que en el S.XVIII, la ciudad inglesa de Manchester se conocería como Cottonopolis, al ser el primer centro de producción continua del mundo y el centro del comercio del algodón. Es además significativo que para que Manchester llegase al crecimiento económico que le lanzaría a la fama como la ciudad del algodón, tuvo especial relación el empleo de la mano de obra esclava de personas africanas. O la curiosidad de que en 1760 la Society of Arts de Londres promoviese un concurso para premiar a la invención de una máquina que fuera capaz de hilar 6 hilos al mismo tiempo y que solo necesitase una persona como mano de obra (1) .

Recordemos que la mano de obra femenina y de niños era más barata que la masculina, al igual ocurría en la compra de esclavos. Esto hizo que una gran parte de la mano de obra del sector fuese del sexo femenino. Esta situación puede observarse en nuestro país, así leemos a la compañera Lola Iturbe en su gran obra “La mujer en la lucha social y en la guerra civil española” una referencia de Abad de Santillán, que indica que “de las obreras del textil deben arrancar las primeras grandes manifestaciones de protesta colectivas, pues a finales de 1800 los ⅔ de obreros textiles estaban compuestos por mujeres”.

Y tal y como nos indica en su web el Museu d’Historia de Catalunya: “A mediados del siglo XIX, más del 40% de la población obrera de Barcelona son mujeres. Hilanderas y tejedoras mantienen en la industria mecanizada la importancia que tenían en la tradicional. Sus salarios son más bajos que los de los hombres y sus tareas más monótonas y menos valoradas. En 1905, la industria textil y de confección de Barcelona ocupa a treinta mil mujeres y doce mil obreros. También trabajan cinco mil niños y niñas.”

En la misma obra Lola nos habla de un proceso a tejedoras de Carme (Igualada) en 1883 que se saldó con 14 presas y con multas a las menores de 18 años. O una huelga general del ramo fabril y textil en 1902 en Barcelona, en la que estuvo detenida Teresa Claramunt. También nos indica cómo en 1869 se creó una sociedad obrera textil llamada “Las 3 clases de vapor”. Aunque aquí nombremos unos pocos ejemplos, debemos tener en cuenta que las huelgas en este sector como en otros serían recurrentes a mediados de 1800 y durante 1900 en varias ciudades.

Es importante indicar, que incluso el 8M está relacionado con la mujer obrera en el sector textil, ya que tal día conmemorativo está relacionado con un incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York en 1911.

Conforme la industrialización y el capitalismo avanzaban se iba empleando a más mujeres y criaturas en el sector, debido al bajo coste de estos, algo que a día de hoy se mantiene en algunos países. Por lo cual muchos compañeros del movimiento obrero se oponían a la incorporación de la mujer en el trabajo de las fábricas, con la excusa de que así se rebajaban los sueldos y provocaban una competencia. Mientras, algunas de las compañeras libertarias incitaban a la incorporación de la mujer en el trabajo de la fábrica, en un intento de poder así tener más oportunidades de independizarse del hombre económicamente. Reproduzco aquí una pequeña anécdota que le ocurrió a la compañera Lucía Sánchez Saornil, en una capital, protagonizado por uno de los miembros del comité local: “ Hemos conseguido que con el señuelo de tu intervención – me dijo – , asista buena presencia de mujeres; es necesario que las fustigues porque tienen aquí una idea muy equivocada de lo que ha de ser su misión; desde hace algún tiempo han comenzado a invadir las fábricas y los talleres, y hoy compiten con nosotros creando un verdadero problema de desocupación. Por otro lado, y engreídas de su emancipación económica, se muestran reacias al matrimonio. Tienes que decirles que su misión está en otra parte, que la mujer ha nacido para destinos más altos, más en armonía con su naturaleza; que ella es la piedra angular de la familia (…) Yo, sin saber qué hacer, si reírme o indignarme, le dejé hablar y cuando llegó el momento dije a las mujeres lo que creí oportuno; que si no era opuesto a sus opiniones estaba bien lejos de lo que él deseaba”(2) .

Estas compañeras jamás ensalzaron el trabajo asalariado, pero es cierto, que en aquel momento algunas de ellas pudieron ver que incorporarse a las fábricas podría ayudar a que la mujer se liberase de la opresión de un “hogar”, en el que tenía que trabajar sin un salario y en el que muchas veces se veía subordinada al hombre, aunque más que entrar en una fábrica, era poder cobrar un salario mediante un oficio. Debemos entender que el matrimonio y el amor libre eran uno de los temas principales de las mujeres anarquistas, ya que era un contrato económico más que una unión amorosa real. Bien lo dice Emma Goldman en Matrimonio y amor (1911): “En primer lugar, el matrimonio es un acuerdo económico, un pacto de seguridad. Difiere del seguro de vida ordinario en que compromete más y es más riguroso. Los beneficios son insignificantemente pequeños comparados con las inversiones.”.

Que la mujer se incorporase masivamente a las fábricas, correspondería a una necesidad económica familiar y personal y a un aprovechamiento del Capital de la jerarquía sexual. Pero, esto no puede interpretarse jamás como que fue una incorporación de la mujer al trabajo, ya que siempre aportaron a la sociedad la fuerza de sus manos y de su mente, aunque fuese en el ámbito privado del hogar.

Como explica la historiadora de arte Alba Gómez, tampoco podemos caer en la creencia de que la mujer no trabajase fuera de casa, ya que muchas mujeres ejercieron ocupaciones fuera del hogar, aunque no quedase reglamentado igual que ocurría con el otro sexo, debido a que no se les permitía la entrada en los gremios(3) . Es realmente en el Siglo XV cuando se prohibió su incorporación, lo que les perjudicaba jurídicamente. Pero, sí habían existido mujeres que cobraban un salario por su trabajo fuera del hogar como ocurría con las argamaseras, carpinteras, etc. Incluso en un registro gremial de 1297 de Marsella figuraban 150 oficios que realizaban también mujeres (4) . Las mujeres siempre trabajaron, incluso después de la prohibición de pertenencia a los gremios, ya sea en trabajos más feminizados como lavanderas, comadronas o institutrices o en otros como la agricultura, los talleres artesanos, etc. Como ocurría con mujeres que ayudaban a su familia o en calidad de viudas. También existieron excepcionalmente mujeres con trabajos artísticos como son las pintoras. Lavinia Fontana llegó a dirigir su propio taller y otras aunque trabajasen realizando retratos para la familia real de Felipe II, no cobraban por ello y no podían firmar, ya que figuraban en calidad de damas de compañía como Sofonisba Anguissola (5) .

Tal y como indica Alba, “todas estas teorías moralizantes que comenzaron a difundirse en estos momentos fueron creando una imagen de la “mujer ideal” que comenzó a provocar la relegación de las mujeres al ámbito privado y al desempeño de funciones relacionadas únicamente con la reproducción y el cuidado del hogar, aunque su establecimiento en la sociedad no se haría completamente efectivo hasta finales del siglo XVIII y, especialmente, en el siglo XIX, cuando las circunstancias, principalmente económicas, lo permitieron.

«Estas ideas que intentaron que la mujer quedase en casa jamás se logró totalmente, y esto es muy importante decirlo, además, no debemos olvidar que las que trabajaban fuera del hogar o dentro, produciendo ya sea para venta o comercio como podía ocurrir con las costureras, también trabajaban en el interior del hogar con las supuestas “labores de mujer”, por lo cual su servicio a la comunidad, ya que los cuidados a la familia también son un servicio comunitario, se duplicaban.

Volviendo a uno de los sectores más feminizados; el sector textil y ya hablando de la actualidad. Se sigue explotando a mujeres y niños en otros países, de una forma parecida a las épocas a las que nos hemos remontado. El sector sigue empleando como mano de obra principal la femenina y la de las criaturas, por las mismas razones que hace más de 100 años; así las mujeres son el 80% del sector (6) y además llegan a recibir un 50% menos de salario que sus compañeros masculinos. Los bajos salarios y la explotación sobre manera del sector, hace que mujeres que trabajan en él no puedan ni siquiera permitirse pagar sus necesidades básicas de salud. Como es el caso de una mujer de Sry Lanka que recurrió a la prostitución para pagar una deuda con el dentista, a pesar de trabajar (7)

Además, siguen produciéndose catástrofes de manera recurrente en las fábricas (incendios, derrumbamientos…), principalmente en países como Bangladesh. De donde proviene una gran parte de las prendas de las marcas de moda de bajo coste, para la población trabajadora que no puede permitirse realmente lo que cuesta la mano de obra y una prenda con todo su proceso, dando una falsa idea de que los trabajadores pueden permitirse más objetos que en años anteriores, perteneciendo así a una supuesta clase media. Cuando esto, no es del todo real, o sí lo es ¿A costa de qué?

El caso más conocido de terrorismo patronal en el ámbito de la confección es el del derrumbamiento de una fábrica en Rana Plaza, ocurrido en Bangladesh, en 2013, falleciendo 1.138 personas y con más de 2.500 heridos. Que este hecho sea el más sonado no quiere decir que sea un caso extraordinario, por ejemplo, este mismo año en el mes de febrero fallecieron 28 personas en un taller en Tánger (8) .

Los accidentes en el sector textil ocurren con asiduidad, debido a la falta de medidas preventivas de las fábricas de confección. Por ejemplo, una de las informaciones que proporciona la Campaña de Ropa Limpia basándose en un informe de Clean Clothes Campaign indica que de 54 fábricas que  proveen a Inditex, 40 no tienen alarmas de incendio verificadas, en 38 no tienen sistemas de extinción de incendios verificados y en 35 fábricas las trabajadoras podrían quedarse atrapadas si se diese un incendio.

Otros temas importantes que tocar, aunque brevemente por el reducido espacio, son el lenguaje y la jerarquía en el sector, con dos casos peculiares: por una parte, se encuentra la aceptación del término “modisto” en 1984 por la RAE (Real Academia Española), diferenciando así el hombre de la mujer modista, siendo la terminación -ista de género neutro. ¿Por qué no hubo ningún escándalo ni nadie se quejó de su aceptación, pero sí ocurre esto cuando se intenta feminizar otras palabras? (9) De igual manera, ellas son las modistas, las costureras y ellos los diseñadores. Aunque la mayoría de las estudiantes de moda sean mujeres, y solo una pequeña parte sean hombres, ellas no terminarán en el sector, al menos en el diseño, excepto contados casos y son ellos quienes tienen más probabilidades de ser diseñadores conocidos. Es decir, ellas se encargarán principalmente de la producción y también, del consumo (10)

Y casualmente, somos las mujeres quienes más invertimos en nuestra propia explotación, por un claro sesgo de género, ya que es a las mujeres a las que se les ha inculcado desde pequeñas el “estar guapas”. Una tesis de estudiantes en psicología de la Universidad de la Laguna, concluye con algunas reflexiones como: “La diferencia de género que se encuentra en la variable de consumo textil está respaldada también por datos del CECU, donde se observa que no solo hay diferencia entre ambos sexos, sino que concretamente el porcentaje de mujeres que consumen es mayor que el de hombres. Esta tendencia hacia el consumo textil puede tener razones de peso como podrían ser la baja autoestima, razones de tipo social como puede ser la búsqueda de aceptación del grupo de iguales y una fuerte tendencia al hedonismo a corto plazo. Estos factores nombrados anteriormente forman parte de lo que sería la satisfacción con la vida. En relación con esto, según datos del AIMC (Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación), las motivaciones hacia el consumo textil varían en función del sexo, “mientras que para las mujeres es importante la moda o las ofertas y rebajas, los hombres tienen más en cuenta la calidad o que la prenda sea de marca” (11) .

Así pues, concluimos que la industria textil y de la moda, es una de las industrias más esclavizantes y de las que más repercuten a la mujer trabajadora. El paso de la mujer de un trabajo más centrado en el hogar o manual a la fábrica no ha sido una liberación, cuestión que ya predecían nuestras compañeras. Para una liberación real, la mujer debía y sigue necesitando romper con el rol que se le ha inculcado de “sumisa” y “florero”, formándose y culturizándose y no dejarse arrastrar por las modas jerárquicas y misóginas (12), que solo ayudan a fomentar un mundo centrado más en las apariencias que en las necesidades reales y que desvaloriza las manos que producen y así el valor de las artes y oficios.

Y es por ello que las compañeras libertarias, dieron especial atención a la formación y culturización de la mujer. Centrándose en varios vértices: actividades de solidaridad (confección, guardería, cuidados…), trabajo y adaptación profesional (escuelas de mecánica o aviación, transporte, secciones de trabajo…) y cultura (clases elementales, creación de institutos de Mujeres Libres…). Ellas no dividieron los trabajos en mayor y menor rango, veían todos los trabajos y servicios a la sociedad de igual importancia. Intentaron como el ideal Renacentista y Humanista, dar una visión global, sin dividir tanto las ciencias sociales y humanas, las “ciencias puras”, la sanidad y las artes. Y sin importar tanto el trabajo de qué sexo había sido más común.

Además, es importante indicar que la gran incorporación de la mujer al trabajo de la fábrica y su bajo salario, se justificó con la escasa formación que requería, puesto que se entendía que esto requería una menor fuerza y menor conocimiento. Por lo cual, ofrecer una cultura rompía con la lógica anterior y ayudaba a potenciar las artes y oficios desde una visión de conocimiento y servicio a la comunidad, dando importancia a la calidad y no tanto a la cantidad. Y aunque hoy en día hay muchísima más formación, es poco crítica, y queda demostrado por la historia que dentro del capitalismo es imposible poder avanzar en ciencias, artes, oficios y humanidad con una visión ética.

Solo desde una visión ética no autoritaria se podrá avanzar en los saberes y solo con la organización de la mujer trabajadora y de la clase obrera en general, se podrá acabar con la explotación de unos capitalistas que mientras explotan a toda la humanidad, dan muestras de una falsa filantropía, aportando grandes cantidades económicas a ONG’s, para ocultar que son ellos mismos quienes crean tal pobreza, explotación y expoliación.

Notas:

(1) Pedro García Martín, La Revolución Industrial, Cuadernos Historia 16.

(2) Antonia Fontanillas y Pau Martínez, Lucía Sánchez Saornil: Poeta, periodista y fundadora de Mujeres Libres.

(3) https://www.investigart.com/2019/10/08/la-situacion-de-las-mujeres-en-la-espana-de-los-siglos-xvi-y-xvii-familiaeducacion-y-trabajo/

(4) https://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2018/06/27/oficios-mujeres-edad-media-31674986.html

(5) https://www.abc.es/contentfactory/post/2019/10/22/las-pintoras-se-reivindican-en-el-prado/

(6) El Día del Comercio Justo reivindica la feminización del sector textil – Noticias : industrie (#483983) (fashionnetwork.com) (última vez consultado en agosto de 2021).

(7) Dana Thomas, Fashionopolis.

(8) https://ropalimpia.org/noticias/tragedia-en-un-taller-textil-clandestino-de-tanger/ (última vez consultado en agosto de 2021).

(9) https://elpais.com/elpais/2018/03/02/opinion/1519992557_672552.html

(10) https://www.efeminista.com/desigualdad-genero-moda/

(11) Anabell Preuthen y Nayra Sosa, Diferencias de género en el consumo textil y variables que influyen.

(12) Considero que ambos términos son legítimos, ya que la moda es desde una visión occidentalizada y que el sector suele imitar los diseños de las casas de moda de alto nivel. Así como un claro machismo que hemos podido ir viendo en el transcurso del artículo y que está ligado a los estereotipos patriarcales que se le han marcado desde siempre a la mujer.